Es curioso lo que cambia la percepción de las cosas cuando somos padres. Llevo un par de semanas queriendo contaros esto: mi niña ofrece su comida cuando se la pides. Y no vale con hacer el gesto al aire y un poco de ruido como si comieras, ella te mete bien metido el trozo de pan chuperreteado o la galleta casi derretida en la boca, hasta que considera que ya te has saciado. Si no, mantiene insistentemente su bracito extendido para que pruebes su manjar. No sé si es muy generosa o más bien tipo Cleopatra y nos utiliza como probadores por si el alimento está envenenado, pero es una interacción en toda regla. ¡Pero qué lista es!.