Hace dos años, cuando viajamos con Eva por primera vez fuera de España, decidimos comprarle un cuento florentino como recuerdo. Desde entonces lo hemos convertido en una tradición y, en lugar de un juguete o una postal, nos llevamos un cuento de cada país que visitamos.
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Hace dos años, cuando viajamos con Eva por primera vez fuera de España, decidimos comprarle un cuento florentino como recuerdo. Desde entonces lo hemos convertido en una tradición y, en lugar de un juguete o una postal, nos llevamos un cuento de cada país que visitamos.

Hace dos años, cuando viajamos con Eva por primera vez fuera de España, decidimos comprarle un cuento florentino como recuerdo. Desde entonces lo hemos convertido en una tradición y, en lugar de un juguete o una postal, nos llevamos un cuento de cada país que visitamos.

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