Estaba el otro día hablando con una amiga y me contaba lo mal que lo pasó durante su embarazo: su pareja era mayor, ya tenía hijos de otro matrimonio y sentía que si algo salía mal se echaría a perder la última oportunidad que tenía de ser madre biológica. Por eso, hasta que no comenzó a sentir las patadas del niño nítidamente (no como las primeras que se notan hacia mitad del embarazo), no pudo relajarse ni un segundo. Es más, me confesó que había gastado un pastizal yendo de vez en cuando a escondidas a hacerse una ecografía privada para comprobar que todo siguiera bien.
Fué entonces cuando me acordé de un invento que usé durante mis embarazos y que quizá pueda servir a más madres en su misma situación: el detector de latidos fetales o doppler fetal.
Cómo funciona
Funciona exactamente igual que en la consulta del médico solo que tiene una potencia menor al ser portátil. Por supuesto no tiene la misma fiabilidad, pues os recuerdo que no es un aparato profesional.
Tenéis que aplicar el gel en el abdomen, relajaros, poneros los auriculares y buscar el latido del niño. Obviamente cuanto más pequeño es más cuesta encontrarlo. Se puede detectar a partir de la semana 10 u 11 aproximadamente, no os agobiéis si no lo oís antes: no tiene suficiente potencia como para captarlo al ser tan pequeño. Al principio tenéis que buscar muy abajo, justo por encima del púbis.
Algunos aparatos vienen con un cable para conectar a cualquier dispositivo y grabarlo. Se me ocurre que puede ser una buena forma de contar al mundo que estáis esperando un bebé: enviando una grabación de sus latidos.
Qué podéis escuchar
Antes que el latido del bebé, seguramente podáis captar el sonido del propio útero, parecido a un secador o una campana extractora. También es posible que oigáis el flujo de vuestra sangre. En cualquier caso, oír estos sonidos es positivo, puesto que si el embarazo o sigue adelante no se oye nada.
Cuando sea lo suficientemente grande como para ser detectado, el corazón de vuestro niño sonará como un caballo al galope, es inconfundible.
Mi experiencia
Compré por eBay uno normalito, creo que rondaba los 20€. Lo utilicé mucho en los viajes: Después de alguna caminata agotadora, cargar maletas, un vuelo largo, portear muchas horas a Eva durante el embarazo de Samuel… Sacaba el «escucha», como nosotros lo llamábamos, y al oír el corazoncito me quedaba mucho más tranquila.
A partir del tercer trimestre, cuando las patadas son mucho más intensas y frecuentes, ya no lo necesité más. Pero durante el segundo trimestre, después de nuestra experiencia con Mateo, nos regaló tranquilidad en los momentos de duda.
Deja una respuesta