¿Qué tendrá la cuchara que la hace tan especial? ¿Será ese fuerte sonido que produce al ser estampada contra el suelo? ¿Ese tacto fresquito? ¿Ese brillo casi cegador? Lo que comenzó siendo una historia de terror, su enemiga más acérrima (mamá me ataca con este peligroso objeto para meterme algo raro en la boca), ha devenido en la más tierna historia de amor.
Yo, como madre emocionada porque Eva comenzara con la alimentación complementaria, le compré TODOS los modelos de cuchara para bebés que existen: más duros, más blandos, más grandes, de colores infinitos y formas diversas. Una vez me llegó por error un modelo muy similar al que había pedido y enviaron a un pobre hombre de El Corte Inglés para cambiármela por otra cucharilla un poco más verde, qué vergüenza y qué amables por su parte. Quería que el primer puré fuera como en los anuncios: ella abriría la boca, se lo comería todo con placer y ambas reiríamos encantadas. Me negaba al fracaso que habían supuesto el chupete y el biberón. Pues como os podéis imaginar, nada más lejos de la realidad.
No quise perder los nervios. Había perdido varias batallas, pero algo podría hacer al respecto, mi hija no podía alimentarse para siempre de teta. Probé dejándole las cucharillas sin alimento, para que perdiera el miedo. Oye, mano de santo. ¿Por fin esa inversión que hizo mamá daría resultado? ¿Aprovecharíamos todas esas miles de cucharitas preciosas específicamente diseñadas para bebés? Exacto, NO. A mi hija le van las nuestras, las de toda la vida. Da igual que sean de postre, de café, unas monísimas que trajo Dani de Japón o las soperas, pero en cualquier caso metálicas.
Ay, las cucharas… Este es un amor que no disminuye. Tiene juguetes de muy bonitos a preciosos, traídos con mimo de todos los rincones del mundo y elegidos según su edad, desarrollo y funcionalidad. Cinco minutos les ha dedicado a cada uno: inspeccionado el juguete, perdida la gracia. Pero de las cucharillas nunca se cansa. Gatea con una en cada mano a pesar de la obvia molestia que ello supone y a los viajes, cuando os recomiendo que llevéis un juguete, en mi caso consiste en su estuchito de cucharas.
En definitiva, nunca dejará de sorprenderme esta hija mía. ¿Cuál será su próximo amor? ¿Logrará su atracción por los cables superar éste?
Raúl Zamora
Hola Clara, enhorabuena por tu blog, está genial. Vamos a ser padres en junio y mi mujer está todo el día leyendo al respecto, pero este blog se lo he descubierto yo.
No me gusta comentar, pero he leído varias veces el post y no paro de reír.
Para quienes nos preguntan qué regalar, ¿algún consejo más económico?
Gracias de antemano,
Raúl.
Cantando Nanas
Hola Raúl. Bienvenido al blog, muchísimas gracias por tus palabras, ¡así sí que merece la pena el esfuerzo! Y lo más importante, enhorabuena por tu paternidad, ¡ya os queda poquito!
Lo de los regalos es un mundo, depende de vuestras necesidades y lo que tengáis ya o no. Voy a suponer que te refieres con más económico a un rango entre 0 y 50€ aproximadamente, ¿no? Las tarjetas regalo son comodísimas, pero si os quieren dar algo más tangible que no te de corte pedir cosas que realmente necesitéis: toalla de baño, lamparita de noche, sombrilla para el cochecito… A ellos les gustará saber que aciertan.
Otra posibilidad es decir alguna marca que os guste y que vaya a ser un acierto seguro. Por ejemplo, para Eva CUALQUIER cosa de Catimini, o Petit Bateau, o Vertbaudet, o Il Gufo…
Espero haberte ayudado, no dudes en preguntar siempre que quieras.
Sara Illana
Genial, Clara.
Me apunto lo de ‘regalarle cucharas a las sobris’.
¡Lo que me he reído!
Cantando Nanas
No falla, ¡cuánto más brillantes mejor! Es muy práctico para los pobres padres que la mitad de las veces no tenemos ni una triste cucharilla disponible para el café. Claro, la solución será empezar a usar las suyas de colores…
Laura
Jajaja, muy bueno!
Cantando Nanas
Tendremos que retomar el hilo cuando nazca tu niño, Laura, ¡a ver si se encapricha con algún objeto inesperado!