Caprarola es un pueblecito del Lacio, Italia, de unos 5.500 habitantes situado a una hora en coche de Roma. Con motivo de una grabación y concierto de mi marido nos sirvió como cuartel general durante 20 días este septiembre, aunque hicimos algunas escapadas a Roma, Viterbo y Nepi.
Curiosamente ya habíamos estado el año pasado: durante nuestra estancia en Nepi, mis padres pasaron camino de Sicilia y decidimos hacer una visita al Palazzo Farnese. ¡Qué recuerdos! ¿Quién nos diría entonces que un año después volveríamos por las mismas fechas?
La principal atracción de Caprarola: il Palazzo Farnese
Este magnífico palacio renacentista fue ideado por Sangallo el Joven como una fortaleza de planta pentagonal. El cardenal Alejando Farnesio ordenó modificar el proyecto (aunque manteniendo la estructura) y encomendó a Vignola la creación de una residencia de verano.
La villa es más bien pequeña —entendedme, con pequeña me refiero a que se visita cómodamente en hora y media o dos horas— y resulta interesante descubrir la temática de sus frescos, perfectamente conservados, en las paredes y techos de cada una de las salas.
Nuestro juego: buscar e imitar a todos los animales que encontráramos en las paredes.
Recomendaciones para visitar el Palazzo Farnese
- Es difícil aparcar en el pueblo pues mantiene la estructura renacentista y en aquel siglo no se preocupaban demasiado del tráfico. No desesperéis: podéis dejar el coche en el aparcamiento de las caballerizas. Es gratuito y muy amplio. Se encuentra en el enorme edificio situado en la parte superior izquierda del palacio, en la carretera de subida hacia el lago de Vico.
- No os recomiendo el carrito para visitar la villa. Entre escaleras y jardines resulta imposible manejarse con él.
- Hay una sala que produce un curioso efecto acústico si dais una palmada desde el centro de la habitación, ¿sabríais encontrarla?
- Cuando terminéis la visita del edificio y salgáis al jardín no dejéis de subir a las fuentes superiores. Se accede por la parte derecha del jardín y la entrada puede pasar desapercibida. Al principio creeréis que no estáis más que subiendo una colina con pinos, pero pronto llegaréis a esta parte imprescindible de la visita.
- Al lado de la salida veréis una cueva con agua y peces. No dejéis de accionar la palanca de la parte izquierda que hace un efecto de lluvia. Tranquilos: no os mojaréis. Además, se apaga sola. El sistema es original de la época. ¿Sería sólo decorativo? ¿Les serviría para compartir confidencias cobijados de oídos envidiosos con el sonido del agua al caer?
- No hay bar ni máquinas: acordaos de llevar algo de comer y beber para los peques.
- La entrada vale 5€ y la tarifa reducida para estudiantes es de 3€. Los niños no pagan.
- Hay unos aseos en el patio interior de la planta baja. Son amplios y limpios pero no tienen cambiador.
Qué más hacer en el pueblo con los niños
Sinceramente: poco más. No existen los columpios, hay mucho tráfico y las calles son estrechas. Que no os de miedo caminar por la carretera (no hay aceras) ya que están acostumbrados, todo el mundo va por ahí. Es genial si queréis tener unas piernas y glúteos bien duros… ¡vaya cuestas!
Un buen plan es visitar el lago de Vico. Nosotros fuimos el año pasado en cinquecento (deseo vital cumplido) y nos dimos unos buenos baños en este lago de origen volcánico. Hay playa, hoteles, restaurantes y el camino entre avellanos es muy bonito. ¡Según la leyenda el lago surgió como resultado de un mazazo de Hércules!
Preparaos para comer avellanas sin parar. Caprarola es el proveedor de avellanas de Nutella, imaginaos cómo es la producción…
Hasta aquí una aventura más de esta familia viajera, ¡nunca nos cansaremos de Italia! Ya tenemos ganas de volver.
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