Hace un par de semanas os prometí hacer una entrada acerca de las diferentes fases del parto. La información es poder, y desde luego a mí me ayudó muchísimo saber lo que estaba pasándome en cada momento cuando me puse de parto. Me di cuenta de lo poquísimo que sabía mientras me preparaba para él, pensaba que sería como en las películas: un día caminando notaría como si se cayera un cubo de agua entre las piernas, inmediatamente me empezaría a doler un montón y tendría que ir a todo correr al hospital porque diez minutos después y con un par de empujones (y respiraciones muy fuertes, eso sí), tendría a mi niña en brazos… ¡JA! ¡Nada más lejos de la realidad!
Un parto consta de tres fases: la dilatación y borramiento del cuello uterino, el descendimiento y expulsivo del bebé y por último el alumbramiento de la placenta. Esto no comienza de repente si no que unas horas, días o incluso semanas antes del parto hay una serie de síntomas que van favoreciendo la maduración del cuello del útero además de tener un nombre feísimo:
Los pródromos de parto
Son la fase de latencia o periodo de dilatación pasiva del parto. Tened en cuenta que para que se considere que estamos propiamente de parto tendremos que estar al menos con cuatro centímetros de dilatación. Estos pródromos anuncian el final del embarazo, pueden desencadenar el parto o parar y que se produzca varios días después. Cada mujer experimenta síntomas diferentes y con distintas intensidades. Las más comunes son:
- Falsas contracciones: Pueden ser dolorosas y durar durante bastante tiempo, suelen comenzar al anochecer. La diferencia con las de «verdad» es que no son regulares en el tiempo o la intensidad y las de parto siempre van a más. Nosotros creímos que había llegado el momento después de cinco horas con contracciones cada cuatro o cinco minutos dolorosas, pero en el taxi casi llegando al hospital pararon. No fueron en balde, hicieron que se borrara bastante el cuello del útero y dilatara dos centímetros, pero aún tuve que esperar un par de larguísimas semanas. Este suele ser el motivo por el que más embarazadas acuden al hospital. La siguiente vez que llegaron las contracciones no tuve duda: la progresión en tiempo e intensidad era obvia.
- Pérdida del tapón mucoso: hay mujeres que lo pierden paulatinamente y otras de una vez. Es una sustancia viscosa, no os confundáis con el flujo vaginal que durante esta época es más abundante. No os asustéis si es marrón o tiene pequeñas hebras de sangre. Tenéis que tener cuidado con las infecciones al perderlo, eso sí, porque es la barrera protectora entre la vagina y el útero. Se desprende al dilatarse el cuello del útero.
- Diarrea o náuseas: muchas embarazadas refieren haber tenido estos síntomas un par de días antes del parto. Es debido a todos los cambios hormonales que se están produciendo. En mi caso, sinceramente, no me acuerdo: ¡hace nueve meses ya!
- Dolor en el abdomen o pubis: como el bebé está ya muy bajo y pesa mucho es probable que sintáis presión o algún pinchazo al caminar o cambiar de posición.
- Rotura de aguas: Tampoco significa que estéis de parto si no van acompañadas de contracciones regulares, pero sí que indican que se desencadenará en las próximas 12-24 horas. Si no es así, o si las aguas no son claras o tienen olor fétido o el bebé no se mueve acudid al hospital. Si es todo normal mi recomendación es que esperéis en casa y aprovechéis para descansar, ducharos, comer… Y esperar a que el parto se desencadene por sí mismo. Si es una fisura el líquido saldrá poquito a poco, si es una rotura lo hará en mayor cantidad. En mi caso no rompí aguas hasta que me ingresaron, pero en nuestra clase de preparación una chica acudió al hospital porque se había orinado y pensó que había roto aguas (por lo visto es más frecuente de lo que parece, a la matrona no le sorprendió nada) y otra porque al hacer tanto calor sudaba mucho y tampoco lo tenía claro. Parece ridículo, pero cuando al final del embarazo estás tan enorme y todo te molesta un poco (además de las ganas de que llegue el momento, claro), pueden pasar estas cosas.
Ahora que se acerca el buen tiempo: mi ginecóloga me recomendó no bañarme en la piscina el último mes de embarazo para prevenir infecciones porque había perdido ya el tapón y por si rompía aguas y no me daba cuenta. Lo siento, chicas.
Ante cualquier duda acudid al hospital. Aunque suene a tópico, intentad disfrutar de esos últimos momentos y haced cosas de las que luego durante mucho tiempo no podréis disfrutar como ir al cine. No os preocupéis: el parto llegará. Todos estos síntomas causan bastante ansiedad porque casi todas estamos deseando que llegue el momento y con tantas molestias parece que se hace muchísimo de rogar. Mientras tanto, es bueno que compartáis toda la información con vuestra pareja, porque llegado el momento se sentirán menos impotentes y os podrán ayudar mucho mejor.
Laura
Yo tampoco rompi aguas me rompieron la bolsa en el hospital