En esta entrada quiero explicaros cómo hemos logrado destetar a Eva. Ha sido una niña súper demandante y creímos que sería imposible hacerlo sin pasarlo fatal por ambas partes, pero descubrimos un truco que nos ha funcionado muy bien.
Al principio pensaba que mantendría su lactancia hasta que ella quisiera dejarlo (la OMS recomienda mantener la lactancia materna AL MENOS hasta los dos años), pero la llegada de Samuel y la dificultad para mantener ambas lactancias hizo que precipitáramos un poco el final y lo hiciéramos a los 22 o 23 meses.
Historia de la lactancia de Eva
Hasta el año aproximadamente Eva se alimentaba principalmente de leche. Por supuesto habíamos introducido la alimentación complementaria, pero la teta seguía siendo su comida preferida.
A partir de los 13 o 14 meses comenzó a tomar el pecho únicamente para dormir o en casos de extrema necesidad (un golpe, un susto, algún disgusto…). Yo cada vez tenía menos leche, pues estaba embarazada desde los 10 meses. Incluso hubo días, al final del embarazo, que prescindió de la teta completamente. Los tres días que pasé en el hospital por el nacimiento de Samuel ni siquiera se acordó.
Al volver a casa, en cambio, con la vuelta de la leche a borbotones, se enganchó más que nunca.
Por qué decidí destetarla
Con el retorno de la leche Eva comenzó a chupar a la desesperada y me hacía bastante daño. Lejos de tranquilizarse, se ponía más nerviosa. Resultado: a mi me hacía daño, ella no se dormía y encima me vaciaba uno de los pechos. Además, por la noche se colapsaban porque ambos querían mamar y, obviamente, era bastante difícil darles a ambos a la vez.
Llegó un momento en el que sentía incluso rechazo cada vez que tenía que darle el pecho a Eva. Si os pasa no os sintáis mal, por lo que he podido investigar es algo normal.
Cómo conseguimos hacerlo
Pensábamos que sería imposible porque estaba muy enganchada. No queríamos recurrir a trucos de antaño como poner algo en el pecho para que le supiera mal, aunque debo reconocer que llegué a planteármelo. Tampoco queríamos hacerlo por las malas para que no se sintiera desplazada por su hermano que, obviamente, sí que tenía que tomar el pecho. Nuestra intención era evitar que tuviera celos de su hermano por esto, sobre todo después de lo contentos que estábamos por la fantástica acogida que le había dado.
Al final la solución más sencilla, como siempre, resultó ser la mejor: hablamos con ella y se lo explicamos. Le dijimos que ahora que tenía dientes le hacía un poco de daño a mamá. Es una pena, pero a cambio podía comer cosas que le encantaban como el tomate o el helado. Para abundar sobre las ventajas de tener dientes le explicamos que Samuel, al ser desdentado, tenía que conformarse solo con la teta, pero que ella tenía mucha suerte por poder elegir más alimentos (les encanta sentirse mayores).
Para que no sintiera que lo que pretendíamos era alejarla de la teta, simplemente que me hacía pupa, le propusimos una solución: MANO-TETA. Podía tocarla todo lo que quisiera con la mano pero no con la boca. Así no tuvo sentimiento de pérdida y la transición fue estupenda: el primer día protestó 30 minutos, al siguiente 10 y al tercer día ella misma pidió mano–teta cuando quiso ir a dormir.
Desde entonces se duerme más fácilmente y nunca más ha vuelto a pedir teta, ¡todo un éxito!
Angela
Gracias me ayudaste mucho