La (no tan) dulce espera
Era muy gracioso ver en las clases de preparación al parto la diferencia entre las que estaban embarazadas de pocas semanas y las que estaban a punto de parir: el gesto de las primeras era una mezcla entre terror, asombro e incredulidad. En cambio a quienes ya llevaban mucho habían visto todas las imágenes y vídeos acerca del parto que existen y sólo tenían ganas de que llegara de una vez.
Afortunadamente, tuvimos una matrona estupenda que nos preparó para todo. Lo primero que te advierten es que no te puedes hacer ilusiones. Por supuesto, es imposible no hacérselas un poco. No sé si seré la única, pero en la última etapa del embarazo no podía dejar de ver vídeos de partos y llorar como una magdalena. En fin, un cuadro… Pero sí que es verdad que es una situación muy difícil de controlar porque influyen un montón de factores, así que es mejor estar preparados para que algo pueda no ir como deseábamos. Prometo hacer un post sobre las fases del parto, porque cuando me estaba preparando para él me di cuenta de lo poquísimo que sabía al respecto y lo que me ayudó informarme.
¡Ya me estoy yendo por las ramas otra vez! El caso es que ya estaba como un tonel. Estábamos a mitad de agosto con ese calorazo y el miedo en el cuerpo porque parecía que se retrasaba y Dani iba a tener que deshacer la agenda que con tanto cuidado habíamos configurado. Se nos hacía más largo aún porque un mes antes pensábamos que veríamos ya a Eva si la versión cefálica desencadenaba el parto. Un par de semanas más tarde tuvimos una falsa alarma: después de más de cuatro horas con contracciones regulares cada cinco minutos fuimos al hospital y según llegamos pararon. Dijeron que era normal, que aún estaba muy verde y solo había dilatado 2 centímetros. Yo miraba a las madres que jugaban con sus hijos y me decía: «qué afortunada, ella puede disfrutar de su niño, yo voy a estar para siempre con ella aquí dentro». Bobadas de embarazada.
El parto
Estábamos cenando mis hermanos (habían venido a pasar unos días y de paso nos echaron una mano), Dani y yo cuando noté las primeras contracciones. No quise decir nada después de la vergüenza de la falsa alarma. Se fueron a la cama y yo me quedé levantada con alguna excusa tonta que ya no recuerdo. Tres horas con contracciones, cuatro, cinco (esto se pone serio), seis (que sí, que sí), siete (ay madre que esto duele un montón). Cada tres minutos y medio y dolorosas. Ducha, desayuno y a despertar a todo el mundo.
Cuando llegamos al hospital no sé cuál de los cuatro estaba más emocionado. Entré para que me examinaran y… ¡Premio! Por los pelos, había dilatado sólo 4 centímetros pero lo dieron por bueno. Fuimos Dani y yo a la sala de dilatación y como aquel día había overbooking tuvieron que poner a otra chica enfrente. Las matronas, Lourdes y Marta, no pudieron ser más encantadoras: tenían mi plan de parto e intentaron respetar todo lo que estuvo en sus manos.
Siguiente tacto, a las dos horas: había dilatado 6 centímetros. Preguntamos cuánto podría tardar ya que teníamos que avisar a las familias de ambos que tenían un largo viaje por delante.
— «Uuuy, va para largo. Que vengan con calma porque mínimo unas ocho horas».
Genial, pues con calma entonces. Epidural bajita (y tanto, seguía doliendo un montón). A la hora un nuevo tacto:
— «¡Pero si ya estás de 10 centímetros! Pues vas a tener que empujar. Agárrate las rodillas como puedas porque no hay paritarios libres, hoy os habéis puesto todas de acuerdo.»
Imaginaos la cara de la chica que tenía enfrente mientas veía lo que se le venía encima en un rato, me miraba como las vacas al tren. Dani, al que dejaron pasar a pesar de que en teoría no se podía, chapó, me dió muchísimos ánimos. Se asomaba y decía que ya se veía la cabecita. Os animo a que pidáis un espejito: cuando realmente ves que sí que está ahí la cabecita y todo ese dolor y esfuerzo ímprobos no son en balde da un subidón de energía. En ese momento nos emocionamos un montón.
Con media cabeza fuera, quedó libre un paritorio. Me subí al potro yo misma y unos pocos empujones después y una pequeña episiotomía, a las 14:27 me pusieron encima a Eva llorando casi tanto como yo. Qué sensación tan rara, tener a mi pequeñina encima de la tripa y no dentro. Dani sólo acertaba a decir: «Es guapísima». ¡Y tanto que lo es! Respetaron entonces el corte del cordón cuando dejó de latir, y durante el alumbramiento y mientras me cosían le hicieron el test de Apgar justo a mi lado, le dieron el colirio y le pusieron el gorrito (sobre el que la matrona improvisó un lacito con unas gasas).
De ahí a la sala del despertar (aunque con Eva en brazos ya estaba bastante despierta). Por el camino nos encontramos con mis padres, hermanos y mi cuñado, que aprovecharon para hacer cientos de fotos para mirar y remirar después y de paso mandar a toda la familia, que estaban muertos de curiosidad por saber cómo estábamos y qué aspecto tenía la niña. Tuvimos que esperar más de tres horas y media en la sala porque no quedaban habitaciones libres. Me dio pena porque a Dani no le dejaron entrar (estábamos cuatro chicas en la habitación y no cabía nadie más), y apenas había visto a Eva unos minutos. Una de las matronas que me habían atendido vino a revisar los puntos y a darme algún consejo para la lactancia. Posteriormente esta misma chica subió a planta para ver cómo me había recuperado y desearnos mucha suerte. Nota mental: enviarle algún otro detallito cuando Eva cumpla un año.
Desde el 19 de agosto a las 14:27 comenzó una nueva aventura, y la verdad es que me cuesta recordar cómo era nuestra vida antes de que Eva llegara a ella, parece que lleva desde siempre con nosotros.
En definitiva, tuve un parto muy doloroso pero rapidísimo, tengo un recuerdo muy bonito de aquel día. Si en un futuro le damos a Eva un hermanito firmo ahora mismo porque sea igual.
Podría escribir un libro entero sobre cómo fue todo, pero tampoco os quería marear, simplemente resumir mi experiencia. Yo cuando estaba embarazada me pasaba el día leyendo relatos sobre otros partos, he querido poner mi granito de arena para las futuras mamás describiendo el mío.
Laura
Q rapido! Mucha suerte el mio casi dos dias y con chute de oxitocina pero al final logramos vaginal gracias a la version. Si no te hubiera leido alomejor habría sido cesarea y mucho peor!gracias!
Cantando Nanas
¡Cuánto me alegro, Laura! No tengo ningún mérito, pero si he contribuido en algo me alegro un montón. A ver si te animas a contar tu experiencia en el post sobre la versión cefálica externa, a ver si a alguna en nuestra situación también le ayuda.
Por otro lado, dos días de parto, ¡eres una campeona! Ahora a disfrutar muchísimo de Leo
Eva
En que hospital fue?
Cantando Nanas
Hola Eva, fue en el Miguel Servet de Zaragoza.
Eva
Gracias, es me sorprendió de que había tanto overbooking.
Enhorabuena por tu blog, me gusta mucho!
Cantando Nanas
¡Sí, estaba el personal bastante sorprendido de que nos hubiéramos puesto ese día tantas de parto! Aún así el trato fue estupendo
Muchas gracias por tus palabras, Eva.
Marta Arnal García
Clara, no puedo dejar de leer tus post! Y de emocionarme al leerlos! Gracias por hacerme este regalo, de verdad, es muy gratificante personal y profesionalmente
Mateo ilumina vuestra familia y Eva y Samuel tienen mucha suerte con unos padres tan especiales
Tenemos pendiente un café con una libreta por el medio y los que tú quieras para vernos y seguir en contacto
Gracias de corazón
Cantando Nanas
¡Gracias a ti!
Cuando íbamos de camino al hospital para el nacimiento de Samuel cruzábamos los dedos por que volvieras a atendernos tú. ¡Qué importante es un trato así de especial en uno de los momentos más importantes de nuestra vida!
Te estaré siempre agradecida, tienen mucha suerte de contar con alguien tan amable y respetuoso como tú.
¡Nos vemos con la libreta!